Las lampreas son peces primitivos semejantes externamente a la anguila, aunque en absoluto emparentados con ella, y con cuerpo gelatinoso y muy resbaladizo, sin escamas y con forma cilíndrica, los únicos miembros sobrevivientes de la clase Agnatha.
Su boca posee unos dientes córneos y en forma de ventosa, su función es fijarse a sus presas, siempre vivas, a las que les absorbe la sangre, de la cual se alimenta. No resulta raro verla fijada a tiburones, salmones, bacalaos y mamíferos marinos.
Nace en el río, en donde permanece durante 4-5 años en estado larvario, hasta llegar a medir 20 cm. de largo, momento en el que se convierte en adulto y desciende al mar donde vivirá, entre 200 y 500 m. de profundidad hasta llegar a la madurez sexual. Es entonces cuando, con una longitud entre 80-100 cm. y un peso de hasta 1 kg, en viaje migratorio, remonta el río para desovar. El desove tiene lugar en primavera y verano en lugares poco profundos, donde construye un nido de piedras que transporta con su boca de ventosa. El número de huevos varía entre 50.000 y 200.000; durante la puesta el macho se fija a la hembra con su boca y permanece enroscado a ella; la hembra, del mismo modo, se fija a una piedra del fondo. Despues del desove las lampreas mueren. Se pescan con nasas llamadas "butrones" y la veda concluye al llegar el mes de enero. Su carne, aunque dura, es muy apreciada en Galicia (de hecho los romanos ya la consideraban verdaderamente exquisita) y con ella se hace empanada o bien se puede degustar guisada en su propia sangre. Fue abundante en todos los ríos de esta región, pero hoy en día ya ha desaparecido de muchos de ellos. Siguen gozando de merecida fama las de Arbo, Salvaterra de Miño y toda la ribera del río Miño.